DIARIO DE SANTA FAUSTINA

Santa Faustina
Fiesta de la Divina Misericordia
Domingo siguiente al Domingo de Resurrección

SELECCIÓN DE REVELACIONES

N.19 Santa Faustina visita el Purgatorio

Vi al Ángel de la Guarda que me dijo seguirlo. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, sólo nosotros podemos ayudarlas.

Las llamas que las quemaban, a mí no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni por un sólo momento. Pregunté a estas almas cuál era su mayor tormento. Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios.

Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio. Las almas llaman a María La Estrella del Mar. Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa cárcel de sufrimiento. Oí una voz interior que me dijo: Mi Misericordia no lo desea, pero la justicia lo exige. A partir de aquel momento me uno más estrechamente a las almas sufrientes.

N.36 Santa Faustina ante el Juicio divino

Una vez fui llamada al juicio de Dios. Me presenté delante del Señor, a solas. Jesús se veía como durante la Pasión. Después la Pasión. Después de un momento, estas heridas desaparecieron y quedaron sólo cinco: en las Manos, en los Pies y en el Costado.

Inmediatamente vi todo el estado de mi alma tal y como Dios la ve. Vi claramente todo lo que no agrada a Dios. No sabía que hay que rendir cuentas ante el Señor, incluso de las faltas más pequeñas

¡Qué momento! ¿Quién podrá describirlo? Presentarse delante del tres veces Santo, Jesús me preguntó: ¿Quién eres? Contesté: Soy tu sierva, Señor. Tienes la deuda de un día de fuego en el Purgatorio.

Quise arrojarme inmediatamente a las llamas del fuego del Purgatorio, pero Jesús me detuvo y dijo: ¿Qué prefieres, sufrir ahora durante un día o durante un breve tiempo en la tierra? Contesté: Jesús, quiero sufrir en el Purgatorio y quiero sufrir en la tierra los más grandes tormentos aunque sea hasta el fin del mundo.

Jesús dijo: Es suficiente una cosa. Bajarás a la tierra y sufrirás mucho, pero durante poco tiempo y cumplirás mi Voluntad y mis deseos. Un fiel siervo mío te ayudará a cumplirla. Ahora, pon la cabeza sobre mi Pecho, sobre mi Corazón y de él toma fuerza y fortaleza para todos los sufrimientos, porque no encontrarás alivio ni ayuda ni consuelo en ninguna otra parte. Debes saber, que vas a sufrir mucho, mucho, pero que esto no te asuste. Yo estoy contigo.

N.39 Santa Faustina ofrece al Padre Celestial la preciosa Sangre y las santísimas Llagas de Jesús como propiciación de los pecados de una ciudad

+ Un día Jesús me dijo que iba a castigar una ciudad, que es la más bonita de nuestra patria. El castigo iba a ser igual a aquel con el cual Dios castigó a Sodoma y Gomorra.

Vi la gran ira de Dios y un escalofrio traspasó mi corazón. Rogué en silencio. Un momento después Jesús me dijo:
Niña Mía, durante el sacrificio, únete estrechamente Conmigo y ofrece al Padre Celestial mi Sangre y mis Llagas como propiciación de los pecados de esta ciudad. Repítelo ininterrumpidamente durante toda la Santa Misa. Hazlo durante siete días. Al séptimo día vi a Jesús en una nube clara y me puse a pedir que Jesús mirara aquella ciudad y todo nuestro país.

Jesús miró con bondad. Al ver la benevolencia de Jesús empecé a rogarle por la bendición. De repente Jesús dijo: Por ti bendigo al país entero. Y con la mano hizo una gran señal de la cruz encima de nuestra patria. Al ver la bondad de Dios, una gran alegría llenó mi alma.

Santa Faustina asaltada por los demonios después de una Hora de adoración

Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo:

La plegaria de un alma humilde y amante aplaca la ira de mi Padre y atrae un mar de bendiciones.

Después de la adoración, a medio camino hacia mi celda, fui cercada por una gran jauría de perros negros, enormes, que saltaban y aullaban con una intención de desgarrarme en pedazos. Me di cuenta de que no eran perros sino demonios.

Uno de ellos dijo con rabia: Como esta noche nos has llevado muchas almas, nosotros te desgarraremos en pedazos. Contesté: Si tal es la Voluntad de Dios misericordiosísimo, desgárrenme en pedazos, porque me lo he merecido justamente, siendo la más miserable entre los pecadores y Dios es siempre santo, justo e infinitamente misericordioso. A estas palabras, los demonios todos juntos contestaron: Huyamos porque no está sola, sino que el Todopoderoso está con ella. Y desaparecieron del camino como polvo, como rumor, mientras yo tranquila, terminando el Te Deum, iba a la celda contemplando la infinita e insondable Misericordia Divina.

Jesús busca almas que lo aman sinceramente

+ En cierta ocasión Jesús me hizo conocer que cuando le ruego por alguna intención que a veces me recomiendan, está siempre dispuesto a conceder sus gracias, pero las almas no siempre quieren aceptarlas:

Santa Faustina y la Divina MisericordiaMi Corazón esta colmado de gran Misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para ellas el mejor Padre, que para ellas de mi Corazón ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de Misericordia; para ellas vivo en el tabernáculo; como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas.

Por lo menos tú ven a Mí lo más a menudo posible y toma estas gracias que ellas no quieren aceptar y con esto consolaras mi Corazón. Oh, qué grande es la indiferencia de las almas por tanta bondad, por tantas pruebas de amor. Mi Corazón esta recompensado solamente con ingratitud, con olvido por parte de las almas que viven en el mundo. Tienen tiempo para todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mí a tomar las gracias.

Entonces, me dirijo a vosotros, almas elegidas, ¿tampoco vosotros entendéis el amor de mi Corazón. Y aquí también se ha desilusionado mi Corazón: no encuentro el abandono total en mi amor.

Tantas reservas, tanta desconfianza, tanta precaución. Para consolarte te diré que hay almas que viven en el mundo, que me quieren sinceramente en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llena de alegría mi Corazón. En ellas están grabados mis rasgos y por eso el Padre Celestial las mira con una complacencia especial. Ellas serán la maravilla de los Ángeles y de los hombres. Su número es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e imploran la Misericordia por el mundo.

El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo. Lo que más dolorosamente hiere mi Corazón es la infidelidad del alma elegida por mí especialmente; esas infidelidades son como espadas que traspasan mi Corazón.

Jesús está en agonía hasta el final del mundo

Al venir a la adoración, en seguida me envolvió un recogimiento interior y vi al Señor Jesús atado a una columna, despojado de las vestiduras y en seguida empezó la flagelación.

Vi a cuatro hombres que por turno azotaban al Señor con disciplinas. El corazón dejaba de latir al ver esos tormentos. Luego el Señor me dijo estas palabras:

Estoy sufriendo un dolor aún mayor del que estás viendo. Y Jesús me dio a conocer por cuales pecados se sometió a la flagelación, son los pecados impuros. Oh, cuanto sufrió Jesús moralmente al someterse a la flagelación.

Entonces Jesús me dijo: Mira y ve el género humano en el estado actual. En un momento vi cosas terribles: Los verdugos se alejaron de Jesús, y otros hombres se acercaron para flagelar, los cuales tomaron los látigos y azotaban al Señor sin piedad. Eran sacerdotes, religiosos y religiosas y máximos dignatarios de la Iglesia, lo que me sorprendió mucho; eran laicos de diversa edad y condición, todos descargaban su ira en el inocente Jesús.

Al verlo mi corazón se hundió en una especie de agonía; y mientras los verdugos lo flagelaban, Jesús callaba y miraba a lo lejos, pero cuando lo flagelaban, aquellas almas que he mencionado arriba, Jesús cerró los ojos y un gemido silencioso pero terriblemente doloroso salió de su Corazón. Y el Señor me dio a conocer detalladamente el peso de la maldad de aquellas almas ingratas: ¿Ves? He aquí un suplicio mayor que mi muerte.

Entonces mis labios callaron y empecé a sentir (186) en mí la agonía y sentía que nadie me consolaría ni me sacaría de ese estado sino aquel que a eso me había llevado. Entonces el Señor me dijo: Veo el dolor sincero de tu corazón que ha dado un inmenso alivio a mi Corazón, mira y consuélate.

N. 580 Las imperfecciones de las almas elegidas

Una vez el Señor me dijo: Me hieren más las pequeñas imperfecciones de las almas elegidas que los pecados de las almas que viven en el mundo.

Me entristecí mucho por el hecho de que Jesús padece sufrimientos a causa de las almas elegidas, y Jesús me dijo: Estas pequeñas imperfecciones, no es todo; te revelaré el secreto de mi Corazón, lo que sufro por parte de las almas elegidas: la ingratitud por tantas gracias es el alimento continuo de mi Corazón por parte del alma elegida. Su amor es tibio, mi Corazón no puede soportarlo; estas almas me obligan a rechazarlas de Mí.

Otras no tienen confianza en mi bondad y nunca quieren sentir la dulce intimidad en su corazón, pero me buscan por allí, lejos y no me encuentran. Esta falta de confianza en mi bondad es lo que mas me hiere. Si mi Muerte no las ha convencido de mi Amor, ¿qué es lo que las convencerá? Muchas veces un alma me hiere mortalmente y en tal caso nadie me consolará.

(48) Hacen uso de mis gracias para ofenderme. Hay almas que desprecian mis gracias y todas las pruebas de mi amor; no quieren oír mi llamada, sino que van al abismo infernal. Esta pérdida de las almas me sumerge en la tristeza mortal. En tales casos, a pesar de ser Dios, no puedo ayudar nada al alma, porque ella me desprecia; disponiendo de la voluntad libre puede despreciarme o amarme. Tú, dispensadora de mi Misericordia, habla al mundo entero de mi bondad y con esto consolarás mi Corazón.

N.718 Jesús revela a Santa Faustina su miseria delante su infinita Santidad

Después de la Santa Comunión oí estas palabras: Ves lo que eres por ti misma, pero no te asustes de eso. Si te revelara toda la miseria que eres, morirías del horror. Has de saber, sin embargo, lo que eres. Por ser tú una miseria tan grande, te he revelado todo el mar de mi Misericordia.

Busco y deseo tales almas como la tuya, pero son pocas; tu gran confianza en Mí me obliga a concederte gracias continuamente. Tienes grandes e inexpresables derechos sobre mi Corazón, porque eres una hija de plena confianza. No soportarías la inmensidad de mi amor que tengo por ti, si te lo revelara aquí en la tierra en toda su plenitud.

A menudo levanto un poco el velo para ti, pero debes saber que es solamente mi gracia excepcional. Mi amor y mi Misericordia no conocen límites.

Hoy escuché estas palabras: Has de saber, niña mía, que por ti concedo gracias a toda la comarca, pero debes agradecerme por ellos, porque ellos no me agradecen por los beneficios que les concedo. A base de tu agradecimiento seguiré bendiciéndolos.

N.741 Santa Faustina visita el infierno

Santa Faustina Infierno
Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto:
El primer tormento
que constituye el infierno, es la perdida de Dios.
El segundo, el continuo remordimiento de conciencia.
El tercero, aquel destino no cambiará jamás; (160)
El cuarto tormento
, es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina.
El quinto tormento
, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo.
El sexto tormento
, es la compañía continua de Satanás.
El séptimo tormento
, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias.
Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos.

Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado.
Hay horribles calabozos, abismos de tormentos donde un tormento se diferencia del otro.

Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la Omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ese será atormentado por (161) toda la eternidad.

Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse [diciendo] que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo, la orden de dejarlo por escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme.

Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, ¡qué terriblemente sufren allí las almas! Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco incesantemente la Misericordia de Dios para ellos. ¡Oh Jesús mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado!

N.777-780 Santa Faustina visita el Paraíso

Hoy, en espíritu, estuve en el cielo y vi estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y gloria que las hizo felices vuelve a la Fuente y ellas entran en la profundidad de Dios, contemplan la vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nunca entenderán ni penetrarán.

Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero siempre nueva, brotando para hacer felices a todas las criaturas. Ahora comprendo a San Pablo que dijo: Ni el ojo vio, ni oído oyó, ni entró al corazón del hombre, lo que Dios preparó para los que le aman.

Y Dios me dio a conocer una sola y única cosa que a sus ojos tiene el valor infinito, y éste es el amor de Dios, amor, amor y una vez mas amor, y con un acto de amor puro (188) de Dios nada puede compararse. Oh, qué inefables favores Dios concede al alma que lo ama sinceramente. ¡Oh, felices las almas que ya aquí en la tierra gozan de sus particulares favores, y éstas son las almas pequeñas y humildes!

Esta gran Majestad de Dios que conocí mas profundamente, que los espíritus celestes adoran según el grado de la gracia y la jerarquía en que se dividen; al ver esta potencia y esta grandeza de Dios, mi alma no fue conmovida por e to ni por temor, no, no absolutamente no. Mi alma fue llenada de paz y amor, y cuanto más conozco a Dios tanto mas me alegro de que Él sea así. Y gozo inmensamente de su grandeza y me alegro de ser tan pequeña, porque por ser yo tan pequeña, me lleva en sus brazos y me tiene junto a su Corazón. ¡Oh Dios mío, que lástima me dan los hombres que no creen en la Vida Eterna! Cánto ruego por ellos para que los envuelva el rayo de la Misericordia y para que Dios los abrace a su seno paterno. ¡Oh Amor, oh Rey!

N.873 Santa Faustina desea salvar a todas las almas moribundas

Santa Faustina-CapillaEn la mañana del viernes cuando iba a la capilla a la Santa Misa, de repente vi en la vereda una gran mata de enebro y en ella un gato horrible que mirándome con maldad me impedía pasar a la capilla. Una sola invocación del nombre de Jesús y todo desapareció. Ofrecí un día entero por los pecadores agonizantes.

Durante la Santa Misa sentí de manera particular la cercanía del Señor. Después de la Santa Comunión miré con confianza al Señor y le dije: Jesús, deseo mucho decirte una cosa, y el Señor me miró con amor y dijo: ¿Y qué es lo que quieres decirme? Jesús, Te pido por el inconcebible poder de tu Misericordia que todas las almas que mueran hoy eviten el fuego infernal, aunque fuesen los pecadores mas grandes; hoy es Viernes, el memorial de tu amarga Agonía en la Cruz; como tu Misericordia es inconcebible, los ángeles no se sorprenderán.

Y Jesús me abraza a su Corazón y dijo: Hija (247) amada, has conocido bien el abismo de mi Misericordia. Haré como lo pides, pero no dejes de unirte continuamente a mi corazón agonizante y satisfaz mi justicia. Debes saber que me has pedido una gran cosa, pero veo que te la ha dictado el amor puro hacia Mí, por eso satisfago tu petición.

N.926 Los pecados cometidos durante los días de carnaval

Últimos días de carnaval. En estos dos últimos días de carnaval he conocido una enorme cantidad de penas y de pecados. En un instante el Señor me hizo saber los pecados cometidos estos días en el mundo entero. Me he desmayado de espanto, y a pesar de conocer todo el abismo de la Divina Misericordia, me he sorprendido de que Dios permita existir a la humanidad. Y el Señor me dijo quién sostiene la existencia de la humanidad: son las almas elegidas. Cuando acabe el número de los elegidos, el mundo dejará de existir.

Durante estos dos días recibí la Santa Comunión (279) como un acto de reparación y dije al Señor Jesús: Oh Jesús, hoy ofrezco todo por los pecadores. Que los golpes de Tu justicia se abatan sobre mí, y el mar de la Misericordia alcance a los pobres pecadores. Y el Señor oyó mi plegaria. Muchas almas volvieron al Señor mientras yo agonizaba bajo el peso de la justicia de Dios. Sentía ser el blanco de la ira del Altísimo. Por la noche mi sufrimiento alcanzó un estado de abandono interior tan grande que los gemidos salían de mi pecho sin querer.

Me encerré con llave en mi habitación aislada y comencé la adoración, es decir la Hora Santa. El abandono interior y el experimentar la justicia de Dios eran mi petición; mientras que el gemido y el dolor que salían de mi alma ocuparon el lugar del dulce coloquio con el Señor.

N.961 Con el amor en el trabajo Santa Faustina salvó muchísimas almas

+ Esta mañana, después de haber hecho mis ejercicios espirituales, me puse en seguida a hacer labor de ganchillo. Sentía el silencio en mi corazón y que Jesús descansaba en él. Este profundo y dulce conocimiento de la presencia de Dios me impulsó a decir al Señor: ¡Oh Santísima Trinidad que vives en mi corazón! te ruego, da la gracia de la conversión a tantas almas cuantos puntos haré hoy con este ganchillo.

De pronto oí en el alma estas palabras: Hija Mía, tus peticiones son demasiado grandes. Jesús, si para Ti es más fácil dar mucho que poco. Es verdad, me es mas fácil dar mucho al alma que poco, pero cada conversión de un alma pecadora exige sacrificio.

Y por eso, Jesús, Te ofrezco (304) este sincero trabajo mío; este sacrificio no me parece demasiado pequeño por un numero tan grande de almas; pues, Tú, ¡oh Jesús! durante treinta años salvabas las almas con el trabajo manual y como la santa obediencia me prohíbe penitencias y grandes mortificaciones, por eso te ruego, oh Señor, acepta esas pequeñeces con el sello de la obediencia como cosas grandes. Entonces oí en el alma la voz: Hija mía, atiendo tu petición.

N.1016 Santa Faustina prefiere padecer mil infiernos que cometer aún el más pequeño pecado venial

Hoy he entrado en la amargura de la Pasión del Señor Jesús; sufrí sólo espiritualmente, conocí cuán terrible es el pecado. El Señor me ha revelado toda la aversión al pecado. Interiormente, en el fondo de mi alma, conocí lo terrible que es el pecado, aunque sea el mas pequeño, y lo mucho que torturó el alma de Jesús. Preferiría padecer mil infiernos que cometer aun el más pequeño pecado venial.

N.1035 Santa Faustina salva a un joven agonizante

+ Esta noche estaba muriendo un hombre, todavía joven, pero sufría tremendamente. Empecé a rezar por él esta coronilla que me ha ensenado el Señor. La recé toda, sin embargo la agonía se prolongaba. Quería empezar las Letanías a Todos los Santos, pero de repente oí estas palabras: Reza esta coronilla. Comprendí que esa alma necesitaba muchas oraciones y gran Misericordia.

Me encerré en mi habitación aislada y me postré en cruz delante de Dios implorando Misericordia para esa alma. Entonces sentí la gran Majestad de Dios y la gran justicia de Dios. Temblaba del espanto, pero no dejaba de suplicar a Dios la Misericordia para esa alma, y me he quitado del pecho la pequeña cruz, la cruz de mis votos [303] y la he colocado en el pecho del agonizante y he dicho al Señor: Jesús, mira a esta alma con el amor con que has mirado mi holocausto el día de los votos perpetuos y en virtud de la promesa que has hecho para los agonizantes, a mí y a quienes invoquen tu Misericordia para ellos. Y dejó de sufrir y expiró sereno.

¡Oh, Cuánto deberíamos rezar por los agonizantes! Aprovechemos la Misericordia mientras es el tiempo de compasión.

N. 1165 La necesidad de santificarse para la santificación de las almas

Has de saber, hija Mía, que cuando tiendes a la perfección, llevas a muchas almas a la santidad y si no procuraras la santidad, por la misma razón muchas almas permanecerían imperfectas. Has de saber que su perfección dependerá de tu perfección y la mayor parte de su responsabilidad recaerá sobre ti. Y me dijo: No temas, niña mía, sino que sé fiel a mi gracia...

Escritos de Santa FaustinaSatanás me confesó que soy el objeto de su odio. Me dijo: Mil almas me hacen menos daños que tú cuando hablas de la gran Misericordia del Omnipotente. Los más grandes pecadores toman confianza y vuelven a Dios y yo – dice el espíritu maligno – pierdo todo, pero además me persigues con esta Misericordia insondable del Omnipotente.

He comprendido cuánto Satanás odia la Divina Misericordia, no quiere reconocer que Dios es bueno.

N.1256 La Obra de la Divina Misericordia salvará a muchísimas almas

A través de esta obra de Misericordia se acercarán a Mí más almas de cuántas se habrían acercado si él (confesor) hubiera continuado absolviendo día y noche hasta el fin de su vida, porque en tal caso él trabajaría apenas hasta el fin de su vida, mientras que por esta obra trabajará hasta el fin del mundo.

N.1306 Humildad: Virtud necesaria

+ ¡Oh humildad, flor hermosa, veo que son pocas las almas que te poseen! ¿Será porque eres tan bella y a la vez tan difícil de conquistar?

¡Oh sí, una y otra cosa! Dios mismo se complace en ella. Sobre un alma humilde están entreabiertas las compuertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella. ¡Oh, qué bella es un alma humilde! De su corazón, como de un incensario, se eleva toda clase de perfumes, particularmente agradables, que atraviesan las nubes y alcanzan a Dios mismo y llenan de gozo su Santísimo Corazón.

A tal alma Dios no niega nada; tal alma es omnipotente, ella influye en el destino del mundo entero; a tal alma Dios la eleva hasta su trono y cuanto más ella se humilla, tanto más Dios se inclina hacia ella, la persigue con sus gracias y la acompaña en cada momento con su Omnipotencia. Tal alma está unida a Dios de modo más profundo.

¡Oh, humildad, arráigate profundamente en todo mi ser! ¡Oh Virgen Purísima, pero también humildísima, ayúdame a conquistar una profunda humildad! (51) Ahora comprendo por qué hay tan pocos santos, porque son pocas las almas profundamente humildes.

N.1447-1448 La Santa Confesión y la Santa Comunión

+ ¡Oh, cuánto me duele que muy rara vez las almas se unan a Mí en la Santa Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad y ellas desconfían de Mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. Me tratan como una cosa muerta, mientras que (60) mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia.

Para que tú puedas conocer al menos un poco mi dolor, imagina a la más tierna de las madres que ama grandemente a sus hijos, mientras que esos hijos desprecian el amor de la madre. Considera su dolor. Nadie puede consolarla. Ésta es sólo una imagen débil y una tenue semejanza de mi Amor.

Escribe de mi Misericordia. Di a las almas que es en el tribunal de la Misericordia donde han de buscar consuelo [367]; allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente. Para obtener este milagro no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar algunos ritos exteriores, sino que basta acercarse con fe a los pies de mi representante y confesarle con fe su miseria y el milagro de la Misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud.

Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido, no es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. ¡Oh, infelices, que no disfrutan de este milagro de la Divina Misericordia! Lo pedirán en vano cuando sea demasiado tarde.

N.1578 b Pedir mucho con confianza

Que las almas que tienden a la perfección adoren especialmente mi Misericordia, porque la abundancia de gracias que les concedo proviene de mi Misericordia. Deseo que estas almas se distingan por una confianza sin límites en mi Misericordia. Yo mismo me ocupo de la santificación de estas almas, les daré todo lo que sea necesario para su santidad. Las gracias de mi Misericordia se toman con un sólo recipiente y éste es la confianza.

Cuanto mas confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo, porque en tales almas vierto todos los tesoros de mis gracias.

Me alegro de que pidan mucho, porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. Me pongo triste, en cambio, si las almas piden poco, estrechan sus corazones.

N.1783 Santa Faustina salva mil almas con un sólo ofrecimiento

Al sumergirme en la oración y unirme a todas las Misas que en ese momento se estaban celebrando en el mundo entero, rogué a Dios, a través de todas esas Santas Misas, la Misericordia para el mundo y especialmente para los pobres pecadores que en ese momento estaban en agonía. Y en aquel momento, dentro de mí recibí la respuesta de Dios, de que mil almas (132) habían recibido la gracia a través de la oración que yo había elevado a Dios.

No sabemos qué numero de almas que podemos salvar con nuestras oraciones y nuestro sacrificio, por eso oremos siempre por los pecadores.


ACTO DE CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¡Oh, Espíritu Santo, Espíritu Divino de luz y de amor! yo te consagro mi inteligencia, corazón y voluntad para el tiempo y para la eternidad. Que mi entendimiento sea siempre dócil a tus Divinas inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres Tú su guía infalible.

Que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo, que mi voluntad se conforme siempre con la Divina Voluntad; que toda mi vida sea imitación plenamente fiel de la Vida y Virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien con el Padre y Contigo, Espíritu Divino, sea honor y Gloria por los siglos de los siglos. Amén.(Pío X, 5 junio de 1908)

Señor Jesús, en este día, consagro definitivamente mi vida a Ti para confiar, obedecer y servirte lo mejor que pueda, mientras que tenga vida.

Te pido que me ayudes a vivir una vida de Fe, Amor y devoción a Ti, aquí en la tierra, tal como desearé haberla vivido cuando te vea Cara a cara en el cielo.

Espíritu Santo, Espíritu Divino, por la intercesión de la Santísima Virgen María, tu Amada, llena nuestros corazones con la plenitud de tus Dones.

Haz que, consolados y fortalecidos por Ti, vivamos según tu Voluntad, y al morir alabemos tu Infinita Misericordia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.